viernes, 16 de diciembre de 2016

Un Amor Eterno

_*UN AMOR ETERNO*_

_*❤*_

_“Den gracias al Señor, porque su amor es eterno” (1 Crónicas 16:41)._

_“Eres un gran muchacho, sé que cualquier chica sería feliz contigo, pero creo que ya no podemos seguir siendo novios”. ¿Te suenan familiares estas palabras? Las chicas siempre se las ingenian para -con toda la cortesía del mundo- hacer pedazos nuestros corazones. ¿Alguna vez te han dicho algo parecido? Hace unos días quedé muy impactado tras leer la amarga experiencia sentimental que tuvo Víctor Czerkasij._

_De hecho, las palabras con las que inicié la reflexión de hoy fueron las que usó la novia de Víctor para decirle que a partir de ese momento solo serían “amigos”. El corazón del joven quedó devastado, sus ojos se convirtieron en un mar de lágrimas, la vida pareció no tener sentido para él. Recordando su estado, escribió: “Nadie en el mundo entero, en aquel momento, podría estar sufriendo más que yo. Podría oír de un tifón barriendo a Bangladesh, o de un país africano herido por el hambre y pensar que aquello era triste, pero..._

_¿Sabes a quién culpó Víctor de su tragedia amorosa? *Pues nada más y nada menos que a Dios.* Según él, si Dios sabía que él era feliz con aquella muchacha, entonces no debió permitir que ella pusiera fin a la relación. ¿Pero tendría sentido que Dios interviniera para mantener un noviazgo en el que una de las partes no se sentía cómoda? Como bien lo proclama el título de un libro: Novios: cosa de dos. Si uno de los dos no se siente bien, entonces hay que poner fin a la relación._

_Debes saber que mientras vivas en este planeta tendrás que lidiar con ocasiones en las que amar duele. Sin embargo, no creas, como Víctor, que eres el único que sufre por amor. El que más sufre por amor en todo el universo es Dios. Él ama a gente que lo desprecia; ama a quienes lo ignoran; ama a los que rechazan su amistad. Jesús conoce bien el dolor que provoca amar a quien no te ama. Sin embargo, *el amor de Cristo se mantiene invariable a pesar de nuestro rechazo e indiferencia.* A ti, el Señor te dice: “Yo te he amado con amor eterno” (Jeremías 31:3). ¿Corresponderás a ese amor?_

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