martes, 13 de diciembre de 2016

*EL FORTACHÓN MÁS DÉBIL

_*EL FORTACHÓN MÁS DÉBIL*_


_“Ten cuidado de ti mismo” (1 Timoteo 4:16)._

_Probablemente hayas escuchado la historia de Sansón y hasta hayas soñado con poseer sus “superpoderes”, pues sobre él recae el mérito de haber sido el hombre más fuerte del planeta. No obstante, muchos ignoran que ese fornido muchacho se encaminó hacia la desgracia porque su imprudencia a la hora de buscar pareja era tan grande como su fortaleza física. Puedes leer su historia en los capítulos 13 al 16 del libro de Jueces._

_Siendo muy joven, Sansón decidió casarse con una muchacha que tenía creencias religiosas muy distintas a las de él. Cuando sus padres le reclamaron por esa decisión y lo instaron a buscar compañera dentro de su propia nación, que tuviera sus mismas creencias religiosas, él se limitó a decir: “Esa muchacha es la que me gusta” (Jueces 14:3)._

_Según Sansón, a la hora de elegir pareja lo único que importa es que te guste. La verdad es que no estaba del todo equivocado: la persona con la que piensas entablar una relación tiene que gustarte y atraerte físicamente; pero, ojo, *¡eso no lo es todo!* Hay otras cosas que también debes considerar. ¿Qué le pasó a Sansón por llevarse solamente del físico? Fracasó rotundamente. La mujer lo traicionó; pero como aque­lla era “la muchacha que le había gustado” (Jueces 14:7), él regresó por ella; ¿y qué crees? Ya se había casado con otro (vers. 20)._

_Pasó el tiempo y Sansón “se enamoró de una mujer llamada Dalila” (Jueces 16:4). Esta, como la otra, no amaba ni respetaba al Dios de Sansón, y también lo traicionó. *Su atracción por ella lo llevó a la ruina moral y espiritual y, finalmente, a la muerte.* Sansón amaba, pero amó a las mujeres equivocadas y tuvo que pagar el precio de sus desaciertos amorosos. En su vida vemos ejemplos contundentes de que hay amores que, de verdad, ¡matan! ¿En qué radicó su problema? En que sus deseos acabaron siendo su principal enemigo._

_“Ten cuidado de ti mismo”, es el consejo de Pablo para ti. ¿Por qué? Porque tu propio corazón te puede jugar una mala pasada y, como dice el refrán: “No todo lo que brilla es oro”. Así que pídele a Dios la fortaleza necesaria para vencerte a ti mismo o a ti misma.

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